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Haz que el mio un vaquero: Cowboy Dreamin', #1
Haz que el mio un vaquero: Cowboy Dreamin', #1
Haz que el mio un vaquero: Cowboy Dreamin', #1
Ebook210 pages3 hours

Haz que el mio un vaquero: Cowboy Dreamin', #1

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About this ebook

Mesa Arragusto escribe sobre vaqueros sexy para ganarse la vida. Ser autora de romances tiene sus ventajas e inconvenientes. Pasa mucho tiempo a solas delante de su ordenador, pero puede fantasear sobre hombres increíblemente sexy con botas vaqueras y sombreros Stetson. Mientras visita San Antonio, Texas en una conferencia de autores, acaba por perderse en los caminos de Bandera y es rescatada por uno de los hombres más apuestos que haya visto, sea en sueños o en la vida real.

Joel es un vaquero. Desde la coronilla de su Stetson hasta las puntas de sus botas vaqueras sucias, es un vaquero de todas todas. Además de rescatar mujeres que hacen cosas tontas como quedarse sin gasolina lejos de la ciudad en un camino de tierra, pasa sus días pastando ganado, arreglando cercas y domando caballos.

¿Podrá un vaquero guapo y una chica urbana de Los Ángeles, encontrarse en Hill Country para algo más duradero que un ligue rápido?

LanguageEnglish
Release dateDec 10, 2018
ISBN9781944122454
Haz que el mio un vaquero: Cowboy Dreamin', #1
Author

Sandy Sullivan

Sandy Sullivan is a romance author, who, when not writing, spends her time with her husband Shaun on their farm in middle Tennessee. She loves to ride her horses, play with their dogs and relax on the porch, enjoying the rolling hills of her home south of Nashville. Country music is a passion of hers and she loves to listen to it while she writes. She is an avid reader of romance novels and enjoys reading Nora Roberts, Jude Deveraux and Susan Wiggs. Finding new authors and delving into something different helps feed the need for literature. A registered nurse by education, she loves to help people and spread the enjoyment of romance to those around her with her novels. She loves cowboys so you'll find many of her novels have sexy men in tight jeans and cowboy boots. Sandy’s website www.romancestorytime.com

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    Haz que el mio un vaquero - Sandy Sullivan

    Sandy Sullivan

    Romance Erótico

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    ADVERTENCIA: La reproducción no autorizada o distribución de esta obra con copyright es ilegal. La violación criminal del copyright sin ánimo de lucro se investiga por la FBI y es punible con hasta 5 años de prisión federal y una multa de $250,000.

    Si encuentra cualquiera de mis libros electrónicos siendo vendidos o compartidos ilegalmente, por favor hágamelo saber asandysullivan@romancestorytime.com

    Romance erótico

    Haz que el mío un vaquero

    Copyright © 2018 Sandy Sullivan

    E-book ISBN: 9781944122454

    Segunda edición electrónica: Septiembre 2018

    Diseño de portada por Dawné Dominique

    Editado por Stephanie Balistreri

    Corregido por Courtney Karmiller

    Translator por Cymbeline Nunez

    Diseño de portada y copyright del logo © 2018 by Sandy Sullivan

    TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS: Esta obra literaria no puede ser reproducida o transmitida de cualquier manera o forma, incluyendo reproducción electrónica o fotográfica, en su totalidad o en parte, sin permiso expreso por escrito.

    Todos los personajes y eventos en este libro son ficticios. Cualquier parecido a personas actuales vivas o fallecidas es pura casualidad.

    Ella escribe novelas de vaqueros para ganarse la vida... Pero nunca creyó encontrar su propio vaquero en Hill Country, Texas.

    Dedicatoria

    ¡Por amor al vaquero que sentimos todas!

    HAZ QUE EL MÍO UN VAQUERO

    SUEÑOS DE VAQUEROS 1

    Sandy Sullivan

    Copyright © 2018

    Capítulo Uno

    ¡No, no, no, no! Mesa Arraguso dió golpes en el volante de su coche en alquiler con ambos puños. La flecha de la gasolina indicaba que estaba bajo mínimos. ¡No me puedo quedar sin gasolina! Estoy en medio de la nada. El calor del cuero del volante le quemaba los dedos. El calor agobiante subió dentro del coche sin aire acondicionado. Era a mediados de mayo en Bandera, Texas.

    Un trueno rompió la quietud mientras ella pensaba en qué hacer. Había decidido dar una vuelta en coche para despejar su mente y ver si sus pensamientos se encarrilaban en su próximo libro, no quería acabar al lado de la carretera, sin gas, sin una vivienda en millas a la redonda.

    Esto era tierra de vaqueros. Hill Country en Texas poseía algunas de las casas ganaderas más grandes del estado. Se oía ganado mugiendo en la distancia pero ella no podía adivinar por eso a qué distancia estaba de una vivienda. Ganado quería decir que habría seres humanos... en alguna parte.

    Grandes nubarrones oscuros seguían avanzando en el cielo. Varios goterones de lluvia cayeron en su parabrisas con un sonoro plas antes de que el cielo descargara un chaparrón torrencial.

    Genial. Ahora el destino me va a lanzar a una gran tormenta de lluvia. ¿Por qué? Porque fui lo suficientemente tonta como para ir a dar una vuelta en coche a solas durante una conferencia de autores en San Antonio y acabé aquí en medio del campo. Ahora estoy atrapada en un camino de tierra, sin gas y Dios sabe dónde estará de lejos la casa más cercana.

    Un relámpago seguido por un gran trueno. Mesa dio un respingo. Un temblor surcó su cuerpo mientras su corazón se encogía de temor. Ella odiaba las tormentas.

    Su móvil pitó—el sonido de falta de cobertura. ¡Vaya por dios!

    Miró por la ventana y vio agua correr bajo su coche. Se había detenido justo encima de un arroyo seco. Mierda. ¿Un torrente? La he jodido.

    A medida que el agua empezó a subir rápidamente, se dio cuenta de que tenía que salir de su coche antes de que se lo llevaran las aguas torrenciales. En la distancia podía ver varias rocas grandes. Si puedo trepar allí arriba, estaré a salvo del agua. Claro que eso significa que estaré afuera en la lluvia empapándome. El temor creció en ella, amenazando ahogarla con un nudo en la garganta. Se frotó los brazos intentando calmar los temores mientras decidía lo que tenía que hacer. Realmente no tenía muchas opciones. El agua surcaba el parabrisas. Los relámpagos seguían destellando y los truenos se sucedían. Ella inspiró fuertemente y se mordió el labio.

    Un momento más tarde, un  tap, tap, tap en la ventana la hizo dejar de pensar. Dio un salto y un grito mientras una cara apareció cerca de su puerta. Ojos azules con largas pestañas la miraron fijamente bajo un sombrero de vaquero negro. Cabello negro ondeaba levemente en el viento.

    ¿Señora? ¿Está bien?

    Estoy estupendamente.

    Necesita sacar este coche fuera del agua. La corriente la arrastrará. El agua está subiendo rápido.

    No puedo. Me he quedado sin gasolina.

    Abra la puerta.

    Qué demonios. No. ¿Te parece que estoy loca? preguntó, la voz estridente de terror.

    Confíe en mí. Si fuese un asesino de serie, no estaría aquí en esta tormenta intentando buscar mujeres a quienes secuestrar. Quiero ayudarla, pero tiene que salir del coche primero antes que la corriente nos arrastre a los dos.

    Mesa se mordió el labio. ¿Debería fiarse de él?

    ¿Señora?

    Muy bien. Abrió la puerta y vio que el agua casi llegaba a la parte de abajo del coche El vaquero tiró de la puerta para abrirla totalmente mientras ella agarraba su bolso.

    Tenemos que darnos prisa, dijo él, tendiéndole una mano para salir del coche. Déjeme ayudarla. La corriente va deprisa.

    Un caballo cobrizo estaba parado pacientemente a unos metros de distancia con la cabeza gacha, aguantando el temporal de la manera que sólo los caballos saben hacer. ¿Un vaquero en un caballo de verdad aquí en medio de la nada? No corro peligro. Quiero decir, los asesinos de serie no van a caballo, ¿verdad?

    Sus zapatillas de tenis se empaparon el momento en que pisó el agua corriente, enfriando sus pies aunque la temperatura afuera hoy era de unos treinta y cinco grados. Ella tiritó mientras el hombre tiraba de ella del coche, pero ella lo atribuyó a sus pies fríos y no el pecho ancho, hombros anchos y caderas estrechas del vaquero que estaba parado delante de ella.

    Oompf!

    Lo siento, señora, dijo él, enderezándola de donde ella había caído contra su pecho. Salgamos de este chaparrón. Cerró la puerta del coche de golpe antes de tirar de ella hacia su caballo. Tendrá que ir detrás de mí.

    Sin problema.

    El trasero de él era precioso mientras subía a la silla. ¿Qué demonios? Le estoy haciendo un repaso como si fuese un trozo de carne y el hombre está aquí salvándome la vida de ahogarme.

    ¿Señora? preguntó él, tendiéndole una mano para ayudarla a subir al caballo.

    Oh, si, cierto. Gracias. Ella subió tras de él y le agarró por la cintura como una víctima ahogándose en la marea rugiente. Lo siento.

    No hay problema. Tendrá que agarrarse fuerte. No quiero que se caiga por detrás del caballo.

    Siento mucho que se esté mojando por mi culpa.

    Estaba mojado antes de encontrarla. He estado repasando cercas entremedias de los chaparrones.

    El caballo dio un paso a la derecha. Ella dio un chillido. Lo siento.

    No tiene por qué disculparse, señora. Tenía que haberle preguntado si va bien a caballo.  A medida que el caballo siguió hacia delante, ella se adaptó al ritmo de su paso y se relajó. Me llamo Mesa.

    ¿Perdón?

    Mi nombre es Mesa. Me siento como una mujer de cincuenta años contigo llamándome señora.

    Lo siento. Es la costumbre.

    Me lo puedo imaginar.

    Es un placer conocerte, Mesa. Yo soy Joel.

    Hola, Joel. ¿Vives por aquí? preguntó ella, gustándole el tacto de su pecho firme bajo las puntas de sus dedos hasta que los deslizó hasta rodearle la cintura. El deseo de recorrer con sus manos las ondulaciones bajo su camisa mojada la sobrecogió, enviando chispas por sus brazos. Ella podía sentir el abdomen musculado bajo las palmas de sus manos.

    A unas pocas millas camino arriba. Mi familia posee un rancho en la loma.

    El hombre se sabía manejar con los caballos de la manera que se sentaba cómodamente en la silla cabalgando el paso del animal como si hubiera nacido allí.

    Bueno, qué más quieres, Mesa.

    La lluvia se había disipado, ahora les caían goterones grandes de vez en cuando. El olor a cuero mojado le llegó a la nariz y ella arrugó la nariz. Otro olor le penetró los sentidos. ¿Colonia? Inhaló lentamente, oliendo la camisa de él. Vaya, él huele bien.

    ¿Qué hacías aquí en esta carretera de segunda?

    Fui a dar una vuelta. He estado en San Antonio en una conferencia  y tenía que despejarme un poco.

    Él soltó una carcajada, una reverberación baja y seca que la hizo a ella erguirse y prestar atención. Sus pezones se pusieron duros al oírle, enviando una frustración por su espalda. ¿Podría sentir él los pezones duros frotándole la espalda? Seguramente, tonta. Había pasado demasiado tiempo desde que ella había estado con un hombre si el mero sentarse al lado de uno la ponía ardiente. El trasero de un caballo no era el lugar de ponerse acalorada.

    El tejido de su camisa se lió contra sus pechos. El tejido rudo de sus jeans le rozaba los muslos. La costura de sus pantalones le frotaba el clítoris, revolviendo sus entrañas. Y ni qué decir del olor limpio y potente del hombre contra sus pechos.

    ¿Qué clase de conferencia era?

    Una conferencia de autores de romances.

    ¿Autora de romances?

    Sí. Soy autora. Escribo novelas de romances.

    Oh.

    Ella esperó a ver si él le preguntaba qué clase de novelas de romance escribía, pero no lo hizo. ¿No le interesaba? Quizás no. Realmente, ¿cómo podría decirle que ella escribía sobre tipos como él? Novelas del Oeste. Vaqueros. Cabalgando al atardecer con un vaquero a caballo. Sería totalmente vergonzoso contárselo, así que a lo mejor era una buena cosa que él no preguntara. ¿A dónde vamos?

    A casa de mis padres. Rió otra vez. Vamos a conseguirte ropas secas para cambiarte. Si el coche no se lo lleva el agua, te conseguiremos un poco de gasolina para que puedas volver a San Antonio.

    Gracias. No sabes cuánto aprecio que me hayas rescatado.

    Es lo que hacemos los vaqueros.

    Oh, demonios, desde luego que sí. Especialmente en mis sueños.

    Siguieron hablando de menudencias mientras seguían a paso lento. El constante movimiento de la grupa del caballo le hizo darse cuenta de la cantidad de tiempo que había pasado desde que ella había montado a caballo. ¿Qué distancia había hasta su casa? ¿Joel?

    Sí.

    ¿Estamos muy lejos todavía?

    Un par de kilómetros.

    Diantres.

    ¿Pasa algo?

    Voy a sentir cada paso que este caballo ha dado mañana.

    Una risa profunda empezó bajo los dedos de ella y subió por su pecho hasta que explotó de sus labios. Eres demasiado, Mesa.

    Me alegro de alegrarte el día, gruñó ella, un poco mosqueada por la risa de él. No he estado a caballo desde hace siglos. Mis muslos me están pidiendo piedad a gritos. Ella sintió el cuerpo de él temblar de la risa otra vez. ¿Cómo puedes montar todo el día sin morirte?

    Estoy acostumbrado. Cabalgo todos los días, así que no me molesta.

    ¿Vives en un rancho de verdad?

    Sí. Ganado y gente de ciudad.

    ¿Eh?

    Tenemos lo que se conoce como rancho para turistas. Dejamos que la gente venga y se aloje en el rancho. Hacen tareas de rancho, cabalgan en caballos... ya sabes, jugar a ser vaqueros un rato.

    ¿En serio? Eso suena divertido.

    ¿Cuánto tiempo te quedas en la ciudad?

    La conferencia se acaba en un par de días.

    ¿Así que, vuelas o conduces a casa después?

    Vuelo, sí.

    Él se quedó callado unos minutos mientras el caballo seguía caminando bajo su mano experta guiándole ¿Qué clase de libros escribes?

    Ya llegó el momento. Novelas del Oeste.

    ¿En serio? ¿Vaqueros e indios? ¿Cosas tipo Louie L’Amour?

    Ella sacudió la cabeza y casi se cae del caballo. Agarró la camisa de él para no caer. No. Como vaqueros y el amor de sus vidas. Escribo novelas eróticas modernas de vaqueros.

    Interesante.

    Avistaron la casa y ella suspiró de alivio. Podría bajarse de la grupa del caballo pronto, pero eso también significaba tener que renunciar a sentarse detrás de Joel y retirar las manos de su pecho magnífico.

    A medida que cabalgaron en la entrada, ella podía ver lo que parecía ser una casa principal y varias casitas más pequeñas. Ella supuso que allí es donde se alojaban los visitantes. Un gran corral estaba en la parte de atrás del edificio más grande donde había varios caballos. Un puñado de vaqueros estaba a la entrada de la habitación de guarnición.

    Un tipo dio un paso al frente, retirando las riendas mientras ella se deslizó por el lado de la izquierda. Ey Joel ¿Dónde has recogido a la chica?

    Comportaros, contestó Joel, deslizándose de su silla. Esta es una señora cuyo coche se atrancó cerca de la línea del pasto del norte de la finca. Mesa, estos son algunos de mis hermanos, Joseph, Jackson y Josh. Chicos, esta es Mesa.

    Saludos, señora, dijo Joseph ladeando su sombrero.

    Vaya, ¿Gemelos?¿Todos vosotros llamáis siembre a las mujeres señora?

    Si, señora, replicó Jackson. Nuestra madre nos despellejaría si no lo hiciésemos.

    Bueno, a mí me podéis llamar Mesa, por favor. Me siento una anciana cuando me llamáis señora.

    Entonces. Josh se acercó a ella, tomándola de la mano y colocando su mano en la cara interna de su codo ¿Cómo es que una belleza como tú ha acabado con Joel?

    Eh... ella tartamudeó levemente mientras se ruborizaba ante tanta atención.

    Basta, Joshua. Me la llevo a casa para que Mamá le pueda dar ropa seca, dijo Joel tomando la mano de ella liberándola de su hermano y capturándola con la calidez de la suya. Ella empezó a sentir hormigueos en los dedos que subían por su brazo. Ella frunció el ceño ante la sensación. ¿No estaría sintiéndose atraída a Joel aparte de que se sentía agradecida por ser rescatada? ¿Por qué no? Tengo fantasías sobre vaqueros todo el tiempo. Es el ejemplar más apuesto de vaquero que haya visto en toda mi vida.

    No les hagas caso, Mesa. Todos son solteros. Cuando una mujer guapa se acerca a veinte metros de ellos, no pueden evitar babear y actuar como idiotas.

    ¿Cree que soy guapa? Gracias por el cumplido.

    Es cierto. De todas formas, entremos para

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